domingo, 1 de junio de 2008

Crónica de walsh

Rodolfo Walsh, ¿Quién era? Yo no lo conocí hasta llegar a la Universidad.
El 5 de mayo de 2008, alrededor de las 18:30 se inauguró al muestra itinerante “Walsh, la sublevación de la palabra”, que ocuparía el ágora de la UNQ por 10 días. Laberinto de paneles que recorren la vida y la obra del periodista. Estoy preparando un noticiero, para Audiovisual 1, de lo sucedido en las últimas 3 semanas en la Universidad y esto entra. Con mi cámara de video comienzo a recorrer la muestra. Lo primero que me llama la atención es una imagen, una gigantografia del Walsh que todos conocemos, con un cigarrillo en la boca y sus lentes de carey. Empiezo un zoom hacia atrás desde la montura de los lentes para terminar con la imagen completa de su rostro. Esta va a ser la primera imagen del insert, pienso. Desde la Rosa de los vientos están anunciando que va a comenzar la apertura de la muestra, me apuro. Las demás imágenes las puedo hacer después.
En la Rosa de los vientos (casi bajo la escalera) hay una mesa con tres panelistas, a un lado un micrófono y luego otro.
Presentan a una locutora, quien acompañada por un violinista se apresta a leer la introducción de “Operación Masacre”.
Siempre me pregunte ¿por qué “Operación Masacre” era tan importante?
La locutora interrumpe el relato y comienzan a hablar los panelistas primero el Profesor Alfredo Alfonzo, quien agradece a la UNLP por esta muestra y por traerla a nuestra universidad. A su lado se encuentran el vice decano de la facultad de periodismo de la UNLP y en el otro extremo de la mesa está el Profesor Mastrilli. Por turnos y con partes de la introducción de Operación Masacre se van alternando los interlocutores.
De todo lo que dicen de Walsh hay algo que me llega con mucha fuerza, Mastrilli dice –Walsh es un héroe-
Sí, eso es Walsh: un héroe. Pero como los de la literatura, solo que este no volvió, hizo el viaje de ida pero en la vuelta lo mataron, dio su vida por lo que creía y así decidió su destino, por más que hoy no esté, su legado le precede. Tuvo el valor y la decisión de quedarse y luchar, no solo con su revólver sino que con su palabra.
Cuando termina la presentación de la muestra, sigo con las imágenes para el insert. . Enseguida ahí, bajando la rampa de la Rosa de los vientos hay un panel enorme que representa una versión de Operación Masacre en historieta, editada por la revista Fierro. De ahí hacia las vitrinas, donde hay un objeto que se repite, los lentes de marco de carey. Del otro lado, al pie de una gigantografía de la Carta Abierta a la Junta Militar, dentro de una vitrina hay otro par de lentes, pero estos tienen uno de los cristares astillado. Me quedo un rato en el detalle, es una metáfora.
Hay algo en toda la muestra que parece fuera de lugar; una mesa de ajedrez del club de ajedrez de La Plata. Sobre ella un cenicero y un paquete de LM.
Los paneles están llenos de datos y frases, las fotos son intimas, familiares. Walsh jugando con sus hijas en una playa de Cuba. Y me pregunto ¿y si no hubiese vuelto de Cuba? ¿Estaríamos hoy estudiando sus escritos? ¿Cuántos años tendría hoy? Busco algún dato biográfico entre los paneles: Rodolfo Walsh nace en el año 1927, en Nueva Colonia de Choele-Choel, en Río Negro.
Tendría 81 años, podría estar vivo, pienso y sigo, buscando, no sé, solo tengo que cubrir un minuto de insert y ya llevo más de treinta filmados, tengo material de sobra para hacer un informe. Pero hay algo en la muestra que da la sensación de que nunca voy a terminar de verla toda. Su forma de laberinto me marea, no sé ya que imagen tomé y cual me queda por registrar, donde no hay fotos, hay frases, una que me llega más que otras, solo una parte de ella “tenés un arma: la máquina de escribir. Según cómo la manejás es un abanico o una pistola y podés utilizarla para producir resultados tangibles” y sigue “con cada máquina de escribir y un papel podés mover a la gente en grado incalculable. No tengo la menor duda.”, yo tengo en mis manos otra arma una cámara, miro mi cámara Sony y recuerdo esas imágenes que tomó un equipo liderado por Walsh de la llegada de Perón al país en 1973. ¿Él ya sabría que las imágenes iban a ser armas tan poderosas como su maquina de escribir?, seguro que sí.

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